Se puede viajar sin hacer turismo pero no se puede hacer turismo sin viajar

La evolución histórica de los viajes en el mundo tiene una larga data. La primera distinción que hay que hacer es que en ese período, y hasta el presente, se ha logrado desarrollar la siguiente idea: se puede viajar sin hacer turismo pero no se puede hacer turismo sin viajar.

Quiere decir que una cosa es viajar por diversas motivaciones, causas y tiempos, como ir a la guerra de Irak, mudarse para vivir en China, desplazarse por una razón de trabajo a Estados Unidos, refugiarse en Pakistán huyendo de las guerras de Afganistán, partir al destierro por ideas políticas u otras semejantes.

Distinto es viajar por el mundo o por su propio país, motivados por las grandes causas del turismo contemporáneo como las vacaciones, el ocio, el tiempo libre, la recreación, el esparcimiento o para asistir a un congreso, efectuar un negocio o sencillamente asistir a una peregrinación religiosa. Todas estas razones son recientes, pues datan apenas desde 1 841 cuando Thomas Cook, el padre del Turismo, organizara su primer grupo de viajeros, y en consecuencia, la primera agencia de viajes y turismo del mundo.
Durante los grandes períodos de la historia, es decir, la edad antigua, media, y moderna, las grandes motivaciones de los viajes de entonces han alimentado la idea que éstos, que van desde a pie por caminos tortuosos e inseguros hasta la invención del ferrocarril, han contribuido a explicar que el hombre ha buscado siempre ir más allá de sus propias fronteras para saciar el deseo innato de adquirir nuevos conocimientos, mediante el comercio, la religión, el deporte y aún la política. Así es como aparecen los primeros viajes individuales de placer.
En tiempos más recientes, con la aparición de las máquinas, y como consecuencia de ello, la industria y la clase obrera en Europa, miles de ellos pasaron una época la más aciaga en la historia, debido a la explotación sin límites por la que atravesaron. Explotados, mal pagados, con 15 horas de trabaja diario, sin seguridad social y menos vacaciones.

A inicios del siglo XX, sucedieron hechos trascendentales en la formación del fenómeno turístico. Las grandes conquistas sociales logradas por la clase obrera en el mundo como la jornada de las 8 horas de trabajo, las vacaciones anuales pagadas y la seguridad social aportaron una de las vertientes centrales del turismo que conocemos: el tiempo libre sin el cual el turismo de hoy no existiría.
Se suman otras grandes conquistas: el vertiginoso desarrollo y crecimiento de los transportes: el avión, por su gran velocidad, capacidad de carga y bajos costos, los populares autobuses y automóviles, los veloces y modernos ferrocarriles hasta los lujosos y gigantescos cruceros.

Finalmente, se agregan otros factores políticos y sociales que han contribuido a consolidar el turismo que conocemos como una actividad que nació y creció en la era contemporánea como la educación y la cultura, el aumento de los ingresos de la clase trabajadora en el mundo, y la libertad y apertura que han concedido casi la mayoría de países para abrir sus fronteras sin pedir ni visas ni pasaportes.
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