Justo cuando las luces del turismo empezaban a prenderse nuevamente, apareció una terrible situación en Europa que nos trae el recuerdo de los trágicos días de guerra, violencia, muerte y la separación de familias. El escenario europeo está ahora inmerso en un capítulo más de su infortunio tras la segunda guerra mundial en sus interminables disputas territoriales, políticas y económicas.
Foto: El País
No pensamos que Yugoeslavia se
iba a convertir luego en 7 países hace poco. Desde el 2006 y que la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, se disolviera y se transformase en 14
en la década del 90 pasada. Luego una
invasión de migrantes africanos trajo consigo una convulsión social en ese
continente.
He señalado muchas veces que el
turismo es la actividad social y económica más sensible de todas. Al menor
resquebrajamiento de la paz y tranquilidad, seguridad y agitación, la demanda
se contrae automáticamente o elige destinos que respondan a sus intereses de
viaje.
Esta reflexión apunta en el
sentido que Europa constituye, en nuestra mejor hora, un tercio aproximado de la
demanda receptiva. Mucho ojo con esto. Y otro porcentaje significativo de
Estados Unidos. Viene a cuento este señalamiento habida cuenta que en el pleito
Rusia-Ucrania están envueltos en distintos niveles la Unión Europea y USA.
Ahora bien, ahora miremos al
Perú, y por extensión a América Latina. Una de las lecciones más duras que
extraemos de la pandemia es que ni nosotros ni nadie tuve en mente el famoso
Plan B. Es decir, el plan de contención o de emergencia ante situaciones
graves, imprevistas o de respaldo. No nos detuvimos a pensar en eso.
Se agrega a este inesperado
escenario la turbulencia política que asola al Perú desde que llegó el gobierno
del presidente Castillo y, el epilogo que tendrá este asunto en las semanas que
vienen. Ojo que estamos ya cerca de la alta temporada del receptivo desde julio
a septiembre 2022, lapso en el que competimos, entre otros con un reciente
contendor, Colombia, que en el 2019 ya nos había superado en el receptivo y más
aún en la pandemia.
En consecuencia, invoco al
MINCETUR y sus organismos públicos descentralizados, a CANTUR y sus gremios naciones
y regionales, a las autoridades regionales, provinciales y distritales, a la
academia, y a los aliados del turismo peruano de todo tamaño y acción a prepararse,
tomar medidas preventivas para lo que pueda suceder. Nunca hicimos algo así. Hoy
es hora de hacerlo sin que esto signifique de parte mía un alarmismo o zozobra.
Sencillamente, precaver.
¿Qué hacer?
1. Revisar la Nueva Estrategia
para Reactivar el Sector Turismo 2022-2025 del MINCETUR y rescatar de ella lo
que podría ser útil para un momento distinto de producirse.
2. La estrategia central para un
momento diferente es jugar todas nuestras cartas al turismo interno. Es decir,
priorizar ahora las inversiones en infraestructura básica para mejorar los productos
en el mercado para esta demanda. El ejemplo más insólito es que, la carretera
de acceso a Caral, abierto para peruanos y extranjeros tiene por pista un
terral de vergüenza.
3. Multiplicar la señalización de
turismo de naturaleza y aventura. Es lo que elegirán los nacionales en todo
momento.,
4. Potenciar a las
municipalidades distritales y provinciales en la gestión que es el más grande
talón de Aquiles de la administración del turismo peruano.
5- Convocar a la academia para
todo trabajo de investigación de mercados.
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