domingo, 11 de noviembre de 2018

I Congreso de Escuelas de Turismo, Hotelería y Gastronomía del Perú

Es sumamente trascendente la convocatoria hecha por la Escuela de Turismo, Hotelería y Gastronomía de la Universidad Ricardo Palma  acerca de este encuentro que por primera vez en la historia sectorial se realiza para reflexionar sobre la competitividad del sector a partir del  nivel de calificación de su fuerza laboral que se realiza actualmente en las escuelas universitarias e institutos. La apuesta por una nueva escuela rumbo a la próxima década justifica plenamente esta justa.  

El turismo peruano se creó en 1932 y desde ese momento, el Estado se avocó en su desarrollo y crecimiento en sus distintos ámbitos. Es así que desde 1940, se crea la Escuela de Cicerones, luego la Escuela Nacional de Turismo en 1965 y más tarde, en 1978 el Centro de Formación en Turismo. 

Sin embargo, el ritmo y magnitud de su ejercicio en el mundo entero, y en el Perú sin duda, hizo que nuestra actividad pasara a otro plano de su concepción original para convertirse en un motor de la economía nacional que aporta con el 4% al PBI nacional, primer exportador de servicios no tradicionales, un millón 300 mil personas que trabajan en este sector, inversiones extranjeras en planta hotelera, aviación comercial, miles de empresas y negocios que generan empleo productivo, comunidades campesinas que venden turismo, productos con alto valor agregado nacional. 

En fin, la lista es larga. En este nuevo escenario, la fuerza laboral del turismo es uno de los grandes factores de producción del siglo XXI que requiere mirar el futuro para crecer y ofrecer más inversiones y empleos para competir con otros destinos en el mundo. Esto es, reflexionar desde el punto de vista del Estado para establecer políticas de certificación, calificación, profesionalización de toda su fuerza laboral competitiva. 

Desde que se creara la antigua Escuela de Cicerones en 1940, la academia entendida como tal ha crecido en términos cuantitativos en 42 escuelas universitarias de turismo, hotelería y gastronomía y 120 institutos técnicos de educación superior en las mismas líneas, cientos de profesores, miles de alumnos, una infraestructura impresionante, talleres, softwares, bibliotecas, aulas, investigaciones, publicaciones, etc. 

Pero también es cierto que este inmenso potencial de creación de conocimientos, con excepciones conocidas, poco le ha servido al país por el difuso y aislado crecimiento de la academia a espaldas de la realidad sectorial y nacional. Valgan verdades, crecimos unos a espaldas de otros, cada cual en su propia senda de desarrollo individual más que por una visión de conjunto. 

Nos alejamos de la realidad sectorial sin concertar con ella para determinar las verdaderas necesidades de calificación y nivel de conocimientos que debe tener la cadena productiva para crecer más y alcanzar la eficiencia, la productividad y competitividad. En suma, en 86 años de vida sectorial, crecimos el Estado, la empresa privada y la academia, cada cual en línea recta sin converger ni aproximarnos en algún punto. Entonces, es fácil entender que la competitividad de la fuerza laboral se expresa en bajos niveles productivos. 

En la hora del licenciamiento por la autoridad educativa del Perú, válida para toda la academia así como de la acreditación, nos planteamos un nuevo escenario que nos favorece rumbo a mejorar la calidad educativa de nuestros estudiantes al que tienen legítimo derecho de recibir una formación con estándares internacionales. Sin embargo, si nos uniésemos y fijáramos objetivos, al menos, de mediano plazo de cumplimiento de tareas comunes, como por ejemplo la acreditación internacional de todos habríamos dado un paso verdaderamente trascendente.

Desde que el antiguo Hotel Maury iniciara sus operaciones en 1837, miles de emprendedores, empresarios y audaces de iniciativas privadas se lanzaron al ruedo desde que el turismo, más tarde, se convirtiera en una actividad formal en 1932. De allí en adelante, hoteleros, transportistas, guías, restaurantes, agencias de viajes, porteadores, comunidades campesinas, artesanos y una lista impresionante de proveedores echaron andar la estructura de producción del sector en lo que conocemos la planta turística. 

El aporte de la empresa privada ha sido decisiva habida cuenta que las inversiones ejecutadas y las que siguen llegando al país, son las que gestan precisamente los puestos de trabajo que el turismo ofrece a la juventud calificada hoy en día. Desde que se iniciara este proceso, se hizo camino al andar hasta que el turismo se volviera más complejo en sus prestaciones hasta que llegó la tecnología, aplicaciones, softwares, y por ende, los conocimientos desde los más simples hasta los más complejos expresados en cálculos, proyecciones, costos, idiomas extranjeros, etc. 

Es aquí donde la evolución de las capacidades para sostener la cadena productiva con eficiencia se requiere la intervención conjunta de la academia y el Estado para intervenir desde dentro en determinar los perfiles laborales y profesionales que sus empresas y negocios requieren para el futuro inmediato. Entonces, la concertación de intereses y requerimientos para que la fuerza laboral sea altamente eficiente en la producción hace imprescindible un acuerdo entre todos.

Está prevista la realización de este congreso el 22 y 23 de noviembre próximos. Mayores detalles en el siguiente enlace: www.urp.edu.pe/congretur2018

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