domingo, 23 de octubre de 2016

Huancaya, el nuevo boom y un caso de capacidad de carga.

Hace algunas semanas, he venido publicando el tema de Huancaya, una de las joyas del turismo interno del Perú y que se encuentra ante un nuevo escenario digno de estudiar por los profesionales del turismo. Cierto es que algunos destinos, por la enorme fuerza de su atracción, han hecho posible que el marketing M2M, es decir, el que funciona de boca en boca, ha convertido a este apacible pueblo de los andes peruanos, lejos de beneficiarlo, en un tormento.

En efecto, su maravilloso escenario que forma parte de la Reserva Paisajística Nor Yauyos, en el transcurso de pocos años, de algunos pocos aficionados de fines de semana al camping y el disfrute de la belleza de la cuenca del río Cañete, ha pasada a una avalancha incontenible de visitantes que ha trastocado la feliz vida de sus pobladores, agricultores y ganaderos andinos de larga historia.

El distrito alberga a unas 180 familias y debe tener al borde del río unas  8 cuadras de largo por unas 3 de ancho. La fuerza de la demanda ha hecho que aparecieran unos 10 restaurantes pequeños en los que la trucha es el plato central y unos cuantos albergues. Pero en este 2016, el boom explotó.

En Semana Santa llegaron de pronto unos...7 000 viajeros y cerca de 3500 vehículos. Según su alcalde, en fiestas patrias ocurrió lo mismo además de unos 400 más cada fin de semana. Entonces surgieron los problemas. No hay playas de estacionamiento ni áreas de camping ni baños, señalización ni guías. Conclusión: Un grave problema a resolver.

El Plan de Emergencia de Huancaya se ha puesto sobre el tapete al que varias entidades públicas y privadas han salido a ofrecer su contribución para salir de este embrollo entre las cuales contamos al Gobierno Regional de Lima,  Servicio Nacional de Áreas Protegidas por el Estado, MINCETUR, asociaciones privadas locales de turismo y la Escuela de Turismo, Hotelería y Gastronomía de la Universidad Ricardo Palma quien opera en la zona hace años.

Sin duda que las debilidades y flaquezas de la operación turística es acaso la más grave entre la que ocupa el primer lugar es el tratamiento ambiental de esta belleza. La cantidad impresionante de residuos sólidos que queda luego de la partida de los turistas suman toneladas. Entonces, creo que en la mesa de debates de los participantes se  registra como agenda prioritaria la capacidad de carga de viajeros que no resiste un turista más de los que ya se han acostumbrado a ir.

Para decirlo con todas sus letras. Si la capacidad fuera tres mil, no debe pasar uno más.  Así llueve o truene. Ni uno más y la explicación es sencilla: Con más turistas de los que se pueda recibir asistiremos a la destrucción en el corto plazo de uno de los escenarios más bellos del Perú. Así ocurrió con el Camino Inca si no hubiera mediado una política clara de conservación y preservación.

La lección ha sido aprendida.







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