
El primer impacto es de
naturaleza económica que como dos caras de una moneda se muestran claramente en
ambos sentidos. Por una parte aporta divisas frescas que inyectan a las
economías locales, particularmente a los países en vías de desarrollo,
promueven la inversión extranjera y nacional en establecimientos destinados a
la planta turística, así como las provenientes de la iniciativa estatal en
obras de infraestructura básica.

Hay otro elemento positivo en la economía que el turismo impulsa
fuertemente y es el relativo a las compras de bienes y servicios entre sus
empresas, la convocatoria que genera comprar a otras empresas, personas y
sectores, particularmente en obras de infraestructura básica que van desde simples obreros hasta la construcción
civil, jardineros, pintores, electricistas, etc.
La inversión es también un caso notable para crear los puestos de
trabajo a los que aspiramos, en especial para un país como el nuestro donde el
desempleo es preocupante. Por el momento, el mayor monto de inversión en
turismo en el país es de capitales nacionales y en una pequeña proporción es
extranjera. Un millón de personas trabajan en el sector en empleos directos y otros tantos me parece, de indirectos.
Esto significa que el turismo se vuelve un motor para crear
riqueza, inversión y empleo. En un esquema de mayor crecimiento del turismo en
el país, es bastante probable que las divisas, el consumo, las compras y el
empleo crezcan aún más.
Contrariamente, los impactos económicos también traen consigo
aspectos negativos que se
manifiestan en el incremento de los
costos de bienes y servicios que pueden pagar los extranjeros, y que desfavorecen
a las comunidades locales.
De la misma manera, las fluctuaciones que ocasionan las altas y
bajas temporadas de la demanda internacional hacen que el aparato productivo de
servicios turísticos tenga una capacidad instalada ociosa generando con ello el
desempleo y la disminución en las
ventas.

El otro aspecto positivo se refiere a la toma de conciencia que
toman las poblaciones al advertir que con la llegada de corrientes de
viajeros extranjeras, inmediatamente
salta a la vista la revisión o evaluación de los valores culturales e
históricos de las regiones y naciones para mostrarlas con orgullo.
El patrimonio cultural del Perú, en realidad, no tiene límites del
que podemos subrayar la gastronomía, la tradición oral y la artesanía. Son los
grandes temas centrales que motivan el interés de los europeos. Con la llegada
del turismo, muchas comunidades andinas peruanas han sabido revalorar su
riqueza cultural para compartirla con los visitantes nacionales y foráneos.
Los impactos ambientales tienen una particular característica
debido a que el turismo se mueve generalmente a partir de los recursos
naturales. La preservación de éstos es la
bandera que se enarbola en los últimos años con vistas a que las generaciones futuras puedan recibir
en herencia lo que se cuida hoy.
Este fenómeno aún no ha llegado a nuestras costas, pero es preciso
conocerlo para prevenir lo que podría ocurrir si es que el hombre de la calle,
las empresas, las comunidades campesinas, nativas y el Estado toman medidas
conjuntas para conservar en forma sostenida este inmenso legado que, al mismo
tiempo, hemos recibido de nuestros mayores.
Una muestra de esta situación es la reglamentación que se ha
impuesto en el ingreso al Camino Inca, el ingreso a Machu Picchu o al Parque
Nacional de Huascarán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario