Antes de iniciar esta entrega debo disculparme con mis seguidores por mi ausencia desde mayo pasado debido a una intensa jornada de trabajo que sostengo como Director de la Escuela de Turismo, Hotelería y Gastronomía de la Universidad Ricardo Palma y, por otro lado, por una imposibilidad de ingresar al blog por un desencuentro con un reformateo que hice en mi computador. Pero ahora, resueltos esos problemas, volvemos a la carga con nuestros aportes en el inexistente debate de los temas de turismo nacionales. Sin embargo, queda claro que mis opiniones son profesionales y personales como lo vengo haciendo años atrás.
En esta ocasión, como en otros mensajes de los presidentes de la República, me toca dar un vistazo al discurso presidencial que en mérito al mandato constitucional debe hacer el jefe de Estado Don Pedro Pablo Kucsynsky el Día de la Independencia Nacional, el 28 de julio de cada año.
Cierto es que en este nuevo gobierno, es cada vez más notorio el uso del concepto del turismo en el lenguaje gubernamental acaso por los resultados obtenidos en los años recientes: 3.9% de contribución del del PBI, 1 millón 250 mil empleos, 4300 millones de dólares por concepto de turismo receptivo y, creo yo, una cifra similar por turismo interno y millones de dólares no cuantificados por inversiones en planta turística. No es poca cosa. Es por estas razones que el presidente, su ministro y viceministro se han echado a andar hacia nuevos rumbos y metas.
Del mensaje presidencial y de su Memoria de Gobierno 2016-2017, publicado aquí: https://s3.amazonaws.com/filesgobpe/Memoriadelgobierno2017.pdf , texto de unas 400 paginas, nos agrada leer grandes temas sectoriales transversales con los que se construye el turismo peruano: las obras de infraestructura básica como carreteras, aeropuertos, teleféricos, telefonía e internet. Los anuncios de una mejor gestión de las áreas naturales protegidas y es muy destacable la formalización del empleo juvenil entre 18 y 29 años en el que el Estado se compromete a subvencionar el pago de ESSALUD por tres años.
Sin embargo, creo que el plato de fondo viene con la propuesta del Qhapaq Ñan, un nuevo producto vinculado con las culturas vivas y el turismo rural comunitario, cientos de kilómetros de rutas intactas, belleza del paisaje, flora y fauna, puentes, lagunas, grandes ríos, mitos, leyendas y culturas ancestrales. Esto quiere decir que el añejo producto cultural peruano centrado en el sur puede dar un salto capital con este proyecto e ingresar a una nueva etapa. Retomo una de las motivaciones de las nuevas corrientes de viajeros de hoy: búsquedas de experiencias personales y culturales involucrándose con las poblaciones locales y aprender de de ellas.
Este es tal vez lo más trascendente de la cuenta que ha dado el presidente a la Nación y al sector turismo. Lo demás aún no alcanza para ponernos al lado de los grandes proyectos nacionales, y por consiguiente, se le debería de dar a esta propuesta la mayor de las prioridades y presupuestos.
Si el gobierno que se inicia dejara este proyecto caminando, oleado y sacramentado en el 2021, su misión estaría cumplida. Es mejor seguir este camino que la sinuosa y muy difícil meta de los 7 millones de turistas en ese año. Implicaría crecer en un 15% anual. Una valla muy alta a vencer pero sigamos apoyando al régimen en este propósito y hasta donde se llegue.
Para finalizar, recomiendo al ministro de turno, tal como lo he hecho en anteriores oportunidades que los informes al país ofrecidos por el presidente de la República en materia de turismo deben de empezar por los logros contundentes que convenzan a la ciudadanía de lo que hacemos, a la opinión publica y clase política. Es decir, el aporte del PBI sectorial al PBI nacional en producción y consumo, número de empleos productivos generados, inversión pública y privada alcanzada, salarios pagados e impuestos recolectados por SUNAT.
Ese día habremos pasado a ser un sector digno de la OCDE que es en lo que queremos convertirnos. Por ahora jugamos en la segunda división.
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