Es sumamente trascendente la convocatoria hecha por la Escuela de Turismo, Hotelería y Gastronomía de la Universidad Ricardo Palma acerca de este encuentro que por primera vez en la historia sectorial se realiza para reflexionar sobre la competitividad del sector a partir del nivel de calificación de su fuerza laboral que se realiza actualmente en las escuelas universitarias e institutos. La apuesta por una nueva escuela rumbo a la próxima década justifica plenamente esta justa.
El turismo peruano se creó en 1932 y desde ese momento, el Estado se avocó
en su desarrollo y crecimiento en sus distintos ámbitos. Es así que desde 1940,
se crea la Escuela de Cicerones, luego la Escuela Nacional de Turismo en 1965
y más tarde, en 1978 el Centro de Formación en Turismo.
Sin embargo, el ritmo y magnitud de su ejercicio en el mundo entero, y en el Perú
sin duda, hizo que nuestra actividad pasara a otro plano de su concepción
original para convertirse en un motor de la economía nacional que aporta con el
4% al PBI nacional, primer exportador de servicios no tradicionales, un millón
300 mil personas que trabajan en este sector, inversiones extranjeras en planta
hotelera, aviación comercial, miles de empresas y negocios que generan empleo
productivo, comunidades campesinas que venden turismo, productos con alto
valor agregado nacional.
En fin, la lista es larga.
En este nuevo escenario, la fuerza laboral del turismo es uno de los grandes
factores de producción del siglo XXI que requiere mirar el futuro para crecer y
ofrecer más inversiones y empleos para competir con otros destinos en el
mundo. Esto es, reflexionar desde el punto de vista del Estado para establecer
políticas de certificación, calificación, profesionalización de toda su fuerza laboral
competitiva.
Desde que se creara la antigua Escuela de Cicerones en 1940, la academia
entendida como tal ha crecido en términos cuantitativos en 42 escuelas
universitarias de turismo, hotelería y gastronomía y 120 institutos técnicos de
educación superior en las mismas líneas, cientos de profesores, miles de
alumnos, una infraestructura impresionante, talleres, softwares, bibliotecas,
aulas, investigaciones, publicaciones, etc.
Pero también es cierto que este inmenso potencial de creación de
conocimientos, con excepciones conocidas, poco le ha servido al país por el
difuso y aislado crecimiento de la academia a espaldas de la realidad sectorial y
nacional. Valgan verdades, crecimos unos a espaldas de otros, cada cual en su
propia senda de desarrollo individual más que por una visión de conjunto.
Nos alejamos de la realidad sectorial sin concertar con ella para determinar las
verdaderas necesidades de calificación y nivel de conocimientos que debe tener
la cadena productiva para crecer más y alcanzar la eficiencia, la productividad y
competitividad.
En suma, en 86 años de vida sectorial, crecimos el Estado, la empresa privada
y la academia, cada cual en línea recta sin converger ni aproximarnos en algún
punto. Entonces, es fácil entender que la competitividad de la fuerza laboral se
expresa en bajos niveles productivos.
En la hora del licenciamiento por la autoridad educativa del Perú, válida para
toda la academia así como de la acreditación, nos planteamos un nuevo
escenario que nos favorece rumbo a mejorar la calidad educativa de nuestros
estudiantes al que tienen legítimo derecho de recibir una formación con
estándares internacionales.
Sin embargo, si nos uniésemos y fijáramos objetivos, al menos, de mediano
plazo de cumplimiento de tareas comunes, como por ejemplo la acreditación
internacional de todos habríamos dado un paso verdaderamente trascendente.
Desde que el antiguo Hotel Maury iniciara sus operaciones en 1837, miles de
emprendedores, empresarios y audaces de iniciativas privadas se lanzaron al
ruedo desde que el turismo, más tarde, se convirtiera en una actividad formal
en 1932. De allí en adelante, hoteleros, transportistas, guías, restaurantes,
agencias de viajes, porteadores, comunidades campesinas, artesanos y una
lista impresionante de proveedores echaron andar la estructura de producción
del sector en lo que conocemos la planta turística.
El aporte de la empresa privada ha sido decisiva habida cuenta que las
inversiones ejecutadas y las que siguen llegando al país, son las que gestan
precisamente los puestos de trabajo que el turismo ofrece a la juventud calificada
hoy en día. Desde que se iniciara este proceso, se hizo camino al andar hasta
que el turismo se volviera más complejo en sus prestaciones hasta que llegó la
tecnología, aplicaciones, softwares, y por ende, los conocimientos desde los más
simples hasta los más complejos expresados en cálculos, proyecciones, costos,
idiomas extranjeros, etc.
Es aquí donde la evolución de las capacidades para sostener la cadena
productiva con eficiencia se requiere la intervención conjunta de la academia y
el Estado para intervenir desde dentro en determinar los perfiles laborales y
profesionales que sus empresas y negocios requieren para el futuro inmediato.
Entonces, la concertación de intereses y requerimientos para que la fuerza
laboral sea altamente eficiente en la producción hace imprescindible un acuerdo
entre todos.
Está prevista la realización de este congreso el 22 y 23 de noviembre próximos. Mayores detalles en el siguiente enlace: www.urp.edu.pe/congretur2018
Está prevista la realización de este congreso el 22 y 23 de noviembre próximos. Mayores detalles en el siguiente enlace: www.urp.edu.pe/congretur2018
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