Más de ocho décadas han pasado y el principal objeto de visita, Machu Picchu ha sufrido una serie de cambios, transformaciones, mejoras y modernizaciones al compás de su crecimiento inusitado que ha sobrepasado la capacidad de su recepción, y en consecuencia, la eficiencia del producto turístico puesto al mercado en ese largo período.
Entonces pasó lo que tenía que pasar. La intervención del deforme e inútil Estado peruano del que los ciudadanos de a pie renegamos todos los días. Aparecieron de pronto una larga lista de organismos e instituciones públicas con el propósito de mandar, ordenar, disponer y ponerse para la foto por su propia cuenta e interés. Unos contradiciendo a los otros como si fuera su propia chacra cuyas consecuencias las pagamos hoy.
Hasta la UNESCO ha puesto en tela de juicio la validez de ser Patrimonio Histórico de la Humanidad exigiendo mejoras, compromisos y obligaciones so pena de levantar tal pergamino. Pero el caso que ha rebasado toda comprensión y entendimiento de ser un producto altamente competitivo es un problema local que trasciende a lo nacional.

Ha hecho bien la Cámara Regional de Turismo del Cusco y otros gremios empresariales aliados, en solicitarle al presidente de la República designar en tanto se mantiene este litigio entre el operador y el gobierno edil, nombre un administrador judicial hasta que se abra un concurso de concesión para esa ruta a todas las empresas que deseen hacerse de este tramo mediante un concurso libre y transparente. El presidente Humala tiene la palabra.
Ahora bien, el asunto tiene otra dimensión y perspectiva. Ojo. Mucho ojo:

2. Machu Picchu debe organizarse como un proyecto de envergadura y gestión nacional. No dejado en manos del distrito de Machu Picchu ni de la provincia de Urubamba o de la Región Cusco. Así arda Troya. Esta joya de nuestra herencia no les pertenece a los cusqueños sino a todos los peruanos sin excepción. Seguir en lo mismo es dispararnos a los pies.
3. Hace años, recuerdo se abrió un debate sobe la conveniencia de
trazar una carretera asfaltada hasta el monumento. Esa iniciativa
es más necesaria que nunca a estas alturas del partido para dar
opciones a los viajeros a elegir su propio medio de transporte: bus
o tren.
4. Sobre esto mismo, en aquel debate se trató la posibilidad de
construir un teleférico desde el poblado hasta la cima. Ya se
imaginarán quienes se opusieron y hasta ahora. Es un pecado
mortal hablar de este tópico. Pero competir con eficiencia y ofrecer
un producto de calidad donde los turistas elijan su propio medio de
ascenso es una alternativa de marketing. Es decir, que cada cual
escoja lo mejor para sí. Ir a Machu Picchu desde Cusco en tren o
bus, luego subir al monumento a pie, en burro, bus o teleférico.
5. Así habremos dado un salto cualitativo cancelando para
siempre la miseria de hoy.Veremos qué candidato tiene la valentía
de ponerle cascabeles al gato.
Es necesario contar con buenos profesionales en puestos estratégicos, para ser parte del crecimiento económico en el turismo y con el objetivo de incrementar los beneficios y rentabilidad para el país.
ResponderEliminar